Titilan ateridas las caléndulas en la niebla,
broma somos en la gélida nocturnidad;
amar desarmándose,
armarse desamando,
abrazados de páramo
cauterizados de inocencia;
atrancar la rueda del firmamento
y descolgarse de la ruleta del tiempo:
ser música o ser ánade
o ser beso.
En titubeo itinerante de luz y de menta
arde ocioso el atardecer,
se diluyen intrincadas cadenas,
se inmolan los grajos penitentes del ser;
el viejo unicornio fantasioso
se lleva su runrún de promesas
solo hasta otro maldito amanecer:
quien regresa de la pena,
a la pena regresa.
Diría que tu poema retrata fantásticamente la fugacidad de la vida y la dualidad de las emociones humanas. Utilizando metáforas como las “caléndulas en la niebla” y el “viejo unicornio fantasioso” para explorar temas de amor, esperanza y dolor. Hacia el final percibo la sugerencia de un ciclo de experiencias y emociones que persiste a lo largo del tiempo.