Gotas de lluvia I

Año Nuevo

El año nuevo nos lame con sus días como un gato: no sabemos si es cariño o un juego previo con su presa inerme.

Remiendos

Voy tejiendo el tiempo con la hebra de la vida y la aguja del amor. Así voy engarzando las horas, las palabras y los besos. Pero ¿Cómo remendaré esos días rotos que agita el viento, ahora que los has perforado con tu caída?

Pesimista incurable

Efectivamente, he comprobado que la esperanza muere al último… yo acabo de matar a la mía hace tres días por que insistía en seguir viva cuando ya no había razón para que existiera.

Orfebre

Soy gambusino y orfebre, coleccionista de lunares escondidos que brillan más que pepitas de oro en las íntimas vetas femeninas, que la sabia naturaleza ha escondido entre cañadas y montículos, con los cuales puedo hacer hermosas joyas en la fragua de mis artesanos labios.

Soledades
I
La soledad huele el dolor, es un ave carroñera que solo llega a corazones agonizantes o muertos. Hoy brincó otra vez por mi ventana a la señal de gallos lejanos con su aletazo frío y su pico de navaja. Yo la espanto con mi grito de silencio y manotazos de fantasma. Los colibríes azorados no pueden hacer nada ante este festín de buitres en su nido. Qué hacer con las leyes de este ecosistema que me recicla inflexiblemente.
II
La soledad es un ave carroñera que se guía por el olor del dolor de seres heridos de muerte. Persigue y acecha moribundos esperando el momento preciso. Hace días que sobrevuela sobre mí una desgraciada ave de esas.

Extinción

Soy un fósil de poetasaurio de la era romantizoica que fue extinguido mientras estaba descuidado contemplando la luna y una colosal pedrada de un pinche meteorito me destruyó el cráneo donde albergaba incipientes sueños ilusos. Esa es la explicación mis queridos arqueólogos, no le busquen más.

El arte de la creación

Por fin cedió. Al fin quedé satisfecho. Después de tanto acariciar sus curvas sostenidas sobre mis piernas, de tanto tocarle y hablarle melodiosamente cerca del cuello, de tanto excitarla con mis dedos justo en el punto más sensible, mientras estrecho su espalda desnuda contra mi pecho, a mi guitarra, le ha nacido la primera melodía completa.

¿Sabes cómo se asesinan los recuerdos?

La distancia toma la pistola del tiempo y le dispara minutos.
Aunque me he puesto el chaleco de poesía, tú has rafagueado la memoria.
Los pocos que han quedado vivos, morirán de viejos, derrengados y tosigosos, leyendo viejos libros en su silla mecedora, con la mirada perdida en el mar.