Olas salvajes azotan playas remotas.
El sol poderoso golpea alturas,
oscuridad, frío.
El hombre arremete con el ariete de su fe
lo desconocido, el infinito, la soledad.
Débiles cantos chocan en el silencio implacable.
Penas y alegrías embisten dentro del cántaro que somos.
El universo se expande y contrae, golpeando el vacío.
El miedo apedrea la ventana del tiempo,
pide auxilio.
Somos ósmosis de carne y pensamientos
traspasando membranas.
Atisbando linderos
ansiando dimensiones redentoras.
En ese pulsar que forja vida y muerte
nos traemos al pecho el palpitar del cosmos
al golpeteo de la copula, para procrear.
Hasta el amor golpea
con percusiones a veces dolorosas.
Así vamos, en esa lucha de contrarios astillados, moldeados a golpes.
De qué otra manera.
Son las leyes del camino.