“Estoy aquí, para recitar un poema”. Esas fueron las palabras que con mucha timidez, pronuncié a una pequeña audiencia. Había tres filas de sillas de metal oscuro, unas cuantas faldas, y muchas camisas de botones con blue jeans. Sentí el calor del salón sobre mis hombros, sus suspiros en mi boca, nadie sabía muy bien qué esperar de aquella mujer en esa tarima, y además era sábado, sobraban rincones para tomar vino, sonreirle a temas absurdos, y sencillamente ser. Cerré mis ojos, por un instante, respiré profundo, y me dejé llevar completamente.
La noche es mi rostro (levanté mi brazo, sosteniendo mi mejilla derecha).
Infinita,
melodía que no cesa.
Intima soledad,
viajando en agujeros negros.
Manjar de mis sueños.
La noche es mi rostro,
mi dulce y nocturno,
asilo.
Abrí los ojos, y con la garganta seca, logré despedirme. Mis pies asustados bajaron la tarima, aún sudaban mis manos, pero mi alma era un globo aerostático, viajando por las nubes blancas, incontenible y hermoso.
(Painting by Rachel Olynuk).