Vivo en un paréntesis de frío
que ha recogido la Primavera en su regazo;
un pequeño abrazo de calor
para los huesos descubiertos.
Hace tiempo que luzco las llagas
en la parte interna de la vida:
las veo, silenciosas, áridas,
atravesando los días de tanto frío
en los que nos encontramos.
Me abrazo al pequeño sol que protejo
para sentir el roce de una piel reconocida,
pero me agrede el silencio que te brindo
con un mínimo rescoldo de tristeza
y nuestra mísera fe.
He aprendido a reconocer el invierno dentro de tus ojos
y a arder en él.