Soy ave recién llegada
de una tierra lejana
donde duendes y ranas
cobijaban mi cama.
Mi equipaje es ligero.
Tres suturas letales
y un pecho escudero
tocado en timbales.
Mi treta es la soledad,
mi bandera, villa esperanza.
Medito con la ansiedad
conjurando una danza.
Mantengo la compostura,
pero extraño a mi comunidad.
Sin ellos flaquea mi armadura,
y lloro por necesidad.
Me quiebro al recordar.
Su luz el viento de mi llama vital,
el himno violento de la mar
que nos enseñó a soñar.
Soy un libro sin portada
bebiendo sobre la alfombra
un clásico riff de guitarra
inmortalizado en la sombra.
Soy paloma pacifista,
pero nunca en paz,
Solo soy una espora optimista
y una sonrisa con antifaz.
Soy historia y leyenda,
el prólogo de una tragedia,
una pizca de locura saltando la cuerda,
simplemente una divina comedia.
Desde una isla flotante
llegué desolada a esta bahía,
con una rima consonante
excusada en mi afonía.
No soy nadie, ni pretendo serlo,
solo soy el eco de un cobarde,
el nudo del misterio,
una incertidumbre que arde
en mis adentros.
No soy nadie,
pero siento todo,
podría callarme,
pero la buena libertad
es un tesoro,
no voy a lastimarte,
porque el amor
vale más que el oro.
Oreocallis
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