Besar tus labios fríos que arden vacío
es dejarme morir en promesas huecas
junto a otras tantas más, que aún yacen moribundas fundidas en el calor que mis labios cobijaron por amarte.
Me exorcisaste la identidad y me diste un nuevo nombre, desmembraste mi alma
y la uniste a un barrilete que sujetaste a las agujetas de tus zapatos.
Me hiciste creer que volaba y que era libre
pero por tus manos todo pasaba, la miseria y la felicidad que administrabas como verdugo sediento de vida para prolongar tu propia condena.
Bebiste de mi sangre como sanguijuela
para darle sentido a tu anillado desierto
te sabias de memoria el final de este cuento, porque te alimentas de fracasos.
Jamás volverá a crecer esa flor en tu pantano, la arrancaste de raiz, espero ya seas feliz, este es el final de otro cuento.
Claudia Viviana Molina