Si el amor dañino se pudiera quitar como mudan la piel los reptiles.
Si pudiéramos escondérnosle en camaleónico camuflaje al dolor.
Ser como la salamandra, anfibio viscoso y escurridizo, capaz de vivir en el amor y desamor.
Ser como lagartijos, soltar extremidades en un astuto ardid para huir y ponerse a salvo, para retoñar otra vez completos.
Pero no, aquí estamos miles de años ha, inadaptados, sufriendo francos y de frente los embates del amor. Penitentes sin perdón, como Prometeo encadenado, mientras un águila come nuestro corazón que siempre se regenera, solo para ser comido otra vez.
¿Será que el amor es perfecto, pero la vida no lo es?
Versos que reflejean esa nostalgia de “que tal sí” hubieramos evolucionado quizás de los reptiles y no de los mamíferos… seríamos quizás de sangre y sentimientos fríos e inmunes, por lo tanto, al dolor ante el que nuestra sangre caliente es tan indefensa …
Profundo tu pensar y qué maestría al reflejarlo así en esta prosa.
Dos preguntas sobre la evolución, la vida y el amor, que pasará mucho tiempo, quizás toda la vida, todo el amor, equivocados o no para descubrir las certezas o equívocos de nuestra evolución…
Un prosa poético que atrae a las reflexiones.
Buenas preguntas
Abrazos
Mejor es saber que no sabemos nada mi querido amigo @AljndroPoetry. Porque metiéndose en estos intrincados vericuetos de las pregúntales capitales, a terminar uno por agarrar carretera colectando cartones y plásticos bajo la camisa.
Pero es tan interesante todo esto!
Mi querido @Saltamontes, así es, preguntas vitales que son insondables. Más pronto encontraremos la rumba que su respuesta. Lo que tenemos que hacer quizá es achatar nuestra necesidad inquisitiva y aceptar por buenas respuestas que basten tan solo para sobrevivir.
A la mejor la opción es dejar de lado la “inteligencia” y solo sentir, como lo hace la mayoría de los seres vivos.
Gracias mi querido y admirado @Ve54 !
Bueno, el mito dice que el águila le comía el hígado, considerado este órgano como el la causante de la lujuria, desenfreno y perdición (con razón ahora decimos para lo irracional e impulsivo que actuamos con el hígado, visceralmente). Yo le cambié un poquito y le puse que el corazón, para hacerlo congruente con el motivo del poema.