Se marcharán las hadas,
se quedarán los huesos,
y de esos huesos
nacerán las sedosas dalias
de los sueños,
frescas enredaderas
a colonizar quimeras,
lavandas hermosas en las praderas,
y en el labio del tiempo
seremos fugaz beso
para caer en el ocaso;
emergeremos y nos despeñaremos:
tanto efímero beso,
tanto ínfimo ocaso
para llenar el océano manso
de lo inmenso,
para vaciar el tirano vaso
de lo pequeño;
desbordar a todo un ambiguo universo
con la atezada espuma de la soledad
y remendarlo con el undívago y satén beso
de la eternidad.
“De mi cuerpo descompuesto crecerán flores, y yo estaré en ellas; eso es eternidad”. Edvard Munch