Veo entre sueños la tierna luz de una estrella.
No es un astro cualquiera, es la esperanza que brilla.
Claros y abismos de azul celeste cuidan de ella.
Ahora lo sé, ella es la guía, la eterna maravilla.
Poco a poco comienza su viaje.
Uno de largas travesuras y sonrojos.
Con el peso de miles la veo cruzar el paisaje.
Titilando contenta y silenciando los enojos.
Ya está agotada, demasiado camino y aún no llega,
la impaciencia se desata ante la lenta realidad.
Miles aclaman por la nueva doncella.
Pronto, muchachos, ¡pronto llegará la Navidad!