Esquivando caminos

Levantarse en la mañana, como si nada. Tender la cama y mirar el vidrio de la ventana, para saber si amaneció lloviendo; tomar el café caliente y leer las noticias. Adornarse, ponerse el mejor vestido, porque cada día es una despedida. Salir a la calle con los pensamientos atentos y enredados en la cotidianidad del día, alistando las palabras precisas y estar pendiente para recibir saludos o atenciones especiales de algún personaje, cuyo nombre no recuerdo. Terminar la jornada en la tarde y abandonar el cansancio en un atajo, para que parezca que no ha pasado nada. En resumidas cuentas, transitar todas las horas y esquivar el camino donde la vida inventa acertijos con tu nombre y se siente…más cerca.

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Un día típico, viviendo y esquivando vicisitudes

Bella prosa.