He querido
cruzar secretamente
por las esquinas,
cambiarme de acera
y esconderme en los árboles
frondosos del parque,
para no encontrarme con tus ojos.
Es que no quiero que me mires,
ni me indagues por dentro.
Debe ser,
que todavía me rondas en las noches
y calientas mi sangre.
¿Será, que sigues siendo
un conjunto de apegos y recuerdos,
en este valle repleto de abandonos?
Sin saber la respuesta,
en todo caso,
no quiero volverme
a colgar de tus ojos en diciembre,
ni buscar tus abrazos
o tu cama caliente,
en el próximo invierno.