Tal vez,
deba extrañarlo nuevamente
cuando salga a caminar por allí
con la luna en lo alto
buscando su retrato
en las cosas pequeñas de la vida.
Sí, lo extrañaré
mientras en estas letras
deposito poco a poco su recuerdo
que no duele, regocija.
Tal vez,
cuando sienta la nostalgia
de esos días de verano,
salga a verle y a buscarle
en esa rosa que se abre
y que parece que me canta
y que me habla.
En otrora,
eran mis ojos fascinados
con sus grandes ojos verdes
y ese brillo en su mirada era magia
reflejada en la fuente.
Me pasaría la vida pintándole paisajes
y escribiéndole mil versos
a ese hombre misterioso
que se queda en la memoria
y permanece en el recuerdo
para siempre…
A ese hombre
que se queda…