Envejeciendo

La vida aparece como sueños
de mi niñez, me despierto
para verla encantar
pero no la encuentro y
la busco en mí mismo.

Tengo los hombros cargados
con una mitad de siglo.
¿Cuándo envejece el corazón?
¡Terrible frío!,
frío que carcome las rodillas.
Atrás la carne tan fuerte
que podía romper
puertas y ventanas.
¿Qué viene a continuación?
Tal vez ser demasiado perfecto,
con aire divino.
En un instante,
el corazón cabalga y
el cabello se hace gris,
estoy por lo tanto
como la tierra:
¡Envejeciendo!
Me corresponde
pensar en cómo
ir desocupando.

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