Tapar la herida,
arar el norte…
dolido canto
entre ríos penumbrosos…
Aún no llueve
sobre manos
y cosechas…
y en la puerta
de este mundo
no hallo fin
que sea nacimiento.
Fluir sin huella,
sin cobijo…
y un sol de hielo
que no deja de llamarme.
Fotografía: Masao Yamamoto
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Bellísimos versos que reflejan como un deambular por el desierto, sin abrigo ni esperanza, una sensación de ser sin sacar, amiga!!!
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Entre esos ríos en eterna búsqueda .
Hermosos versos.
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Bello texto, @Carmen_Cantos. Me alegra leerte de nuevo por aquí. ¡Saludos!
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Esa sensación de búsqueda que siempre nos acompaña… bueno… a unos más que a otros pero supongo que es la sensación de que el mundo podría ser de otra manera y la vida más amable para muchos. Besitos, amiga.
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Muchas gracias, poeta. Un beso.
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Muchas gracias, Alex! Un saludo, compañero.
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¡Precioso poema!
¡El final me ha gustado sobremanera!
¡Un abrazo!
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Muchísimas gracias, Alda. ¡Abrazo fuerte, poeta!
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No hay frase que tenga desperdicio… me han atrapado los dos primeros y últimos versos
Tapar la herida,
arar el norte…
y un sol de hielo
que no deja de llamarme.
Felicidades Carmen
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Muchísimas gracias, Xavier. Un saludo, compañero.
Quizás un final sería el nacimiento de la muerte, digo, si es que hay algo después de ella ( lo cual es poco probable).
Un poema de signos caudalosos
estuvo muy bien llamarlo
“Eantre Ríos penumbrosos”
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Qué bonito comienzo para ese hermoso poema. Un abrazo.
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Pues sí… podría ser un final el nacimiento de la muerte o el de un cambio radical en este mundo… el cual en ocasiones pienso que no nos vendría nada mal llegados al punto en el que estamos. Quizás un cambio de conciencia… Me alegra que te hayas acercado a estos ríos penumbrosos, Domingo. Gracias!
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