Envejezco sin poder recordar
las vidas que fui cuando era otro,
quizás no alcanzaba esa virtud
y solamente fui una planta,
aunque difícil por la distancia evolutiva
en que me encuentro en apariencia.
Ni siquiera un ave, un pez mucho menos,
seguramente otro mamífero atrapado entre la niebla
con las mejillas inundadas de humedad,
algún grado de conciencia
pero sin memoria.
Envejezco y los recuerdos apenas me alcanzan
para asomarme a la infancia,
a una oscuridad donde despierto asustado
y no tengo idea de lo que significa haber nacido,
en una habitación donde nada me pertenece.