En mi rincón nace el poema

La luz deshace tinieblas
ilumina el estro,
el silencio de la noche,
ampara anhelos de ventura
que la llama del amor
irradia, sustenta
y propicia los designios
de la acechante musa.

Los dedos de la ilusión,
golpean el teclado,
bajo la nívea led
de madrugada tranquila;
enlazan letras, palabras
que conciben el verso
y alumbran el poema.

Desaguisado y amotinado
con su creador, nace
prematuro e incompleto,
a falta de pulir
en incubadora neonatal,
como bebé humano
en busca del nutriente
que abrillante su forma
y lo exponga al universo.

Es como el hijo que concibes
con dolor lo pares,
con ternura alimentas,
con fervor lo educas,
y a tu imagen lo formas
para que brille con luz propia,
extinga la tristeza
y sea el sol del firmamento.