En las lágrimas
derramadas,
imparables,
de tus silencios
allí moriré.
En las ausencias
que se nos clavan
a carne viva,
con los puñales
de los sueños rotos
allí moriré.
En las noches
que me vendrán
con la fría soledad,
con la nostalgia,
con la maldita verdad
de tu pérdida.
Allí moriré,
en una despedida
mil veces repetida,
sin poder nunca
resucitarme.
Así moriré,
amor,
sin ti.