La ola se refugia
en el centro de la esfera del olvido,
el sol la contempla pensativo,
y la engulle como sorbo
de caldo nutritivo
el mediodía
camina con sus pies de fuego,
hace hervir los charcos
en los surcos de mi frente;
y el helado vacío
en las cuencas de mis ojos,
añora
los blancos círculos gelatinosos
con sus aceitunas negras,
con los que otrora observara el mundo
ensanchado en su algarabía de luz;
cuando era un hombre común,
y las quilmas en mi espalda
cargaban
sus fanegas de esperanza . . .
hoy
mis alas
han volado a la búsqueda
del espinazo de otro Pegaso
hoy
mi vida son los harapos de un alma vieja,
llama extinguida,
fósil
de un espíritu ancestral . . .
hoy
tan solo
la daga herida,
la llaga purulenta en el centro de la ola,
en el centro de la esencia
del sol