Hola Castor, aunque veo que llevas tiempo por aquí creo que es la primera vez que te leo (no puedo dedicar el tiempo de lectura a la poesía que me gustaría).
Pienso que la fe, ganarla o perderla, no es cosa de Dios, sino nuestra.
Muy desesperado tu poema pero tiene su encanto, pensamientos profundos y mucho dolor, que tal vez no puedes comprender bien.
Y no, Dios no te ha abandonado, te has abandonado tu mismo, porque cada uno de nosotros es parte de este Dios que esperas que haga algo por ti . Cuando tú ira se calma y se convierte en sabiduría, cuando tu dolor se transforma en arte, cuando tu fe muere, cuando ya no queres nada de nadie y estás en paz contigo mismo, ocurrirán los “milagros”. Creer que Dios cambiará tu destino es igual de erróneo, como pensar que todo lo que nos ocurre es culpa de otros. No hay más dioses aparte de todos nosotros y de nosotros depende transformar lo malo en bueno y lo bueno en malo. La creencia en algo no nos ayuda en absoluto,sino, nos estanca y nos hace esperar que las cosas cambian por algo externo a nosotros, y nada cambiará si no hacemos algo… No puedes creer en algo evidente porque ya lo sabes, por eso no te hace falta creer. Se puede creer solo en algo que no existe. ¡Solo tú puedes cambiar el rumbo de tu vida!
Saludos compañero y, ¡siga escribiendo!
Me ha gustado. Es liberador llegar a ese punto en el que descubres que la vida no tiene más sentido que aquel que le puedas dar, contigo y tus circunstancias, salvándolas a ellas para poder salvarte a ti mismo (como diría Ortega y Gasset).