En la boca del lobo

Decidí matar esa parte de mí que aún habita en ti

y ahora estás malherido.

Ya no eres el mismo sin mí,

ni yo soy la misma persona que cuando estaba contigo.

Ahora que he recuperado esa parte de quien fui,

lo veo todo más nítido,

no eras para tanto y,

sin embargo,

de quererte hice un hito,

un sacrificio con tal de sentir,

con tal de seguir juntos.

Fuiste un refugio,

una especie de guarida a la que huir,

sin saber que me estaba metiendo en la boca del lobo,

sin saber que mi síndrome de estocolmo jamás me dejaría acabar contigo.

Visualizo a esa parte de mí que aún te ama corriendo en otra dirección

cuando una vez fuiste mi espacio seguro,

y me pregunto en qué momento me dejaste de querer,

devuélveme lo que te llevaste,

devuélveme el recuerdo,

lo quiero conservar como a un tesoro,

para que no lo puedas romper.

Por primera vez sé que lo que vivimos fue real,

pese a tu intermitencia,

pese a tu maldad.

Salí de la boca del lobo,

vi por fin la realidad,

tu amor fue no amor de verdad,

el mío un amor sagrado difícil de olvidar.

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