En el último suspiro

La mujer extrajo del baúl el negro farol que habría de iluminar el gris de la lápida. Lo limpió, le dio barniz y escamondó el cristal para que brillase toda la noche. Introdujo una vela en su interior y cogió una cerilla para prender la mecha. La vela no iluminaba. Cambió la vela, consumió la caja de cerillas y probó suerte con un mechero. Se le agotaron las velas. Probó con una lamparilla de aceite, pero al cerrar la puerta de la farola, se apagó. Rebuscó y halló un artilugio chino, de luz permanente que simulaba una vela, pero no tenía pilas. Se acordó de una iluminaria cilíndrica que acumulaba luz y se hacía visible por la noche. Agarró el farol, se cubrió con la negra mantilla y cuando llegó al cementerio ya era de día.
Foto316
Foto de mi autoría

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Extraño que una mujer no sepa “dar a luz”;en todo caso es un magnífico relato, merece muchos Aplausos

Gracias por comentar, Rebeca. Lo del apagón no se me había ocurrido, pero viene bien , je,je. En este caso es por lo del mes de los difuntos, y por los enredos que a veces nos ocasionamos a nosotros mismos. Saludos

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Gracias, ludico1964. por dejar tu parecer. Un saludo