En el desierto

En el desierto
abundan los silencios
y los fantasmas.

¡Cosas de niños!,
dirían los lectores
de tus palabras!

Porque dejaste
las mismas, en tus letras
y, en un escrito.

También estaban
los ríos soñolientos
y sin principios.

La tarde ansiosa
de dulces y pasteles
y sin recreo.

Pero la tinta
tan fresca de tu pluma
quería sangre.

Y sangre fresca
que fuera hasta tus labios
primaverales.

Labios sedientos,
ansiosos de pasiones
y de inocencia.

¡Cuánta ironía,
volcaste en las cuartillas
porque me amabas!

Rafael Sánchez Ortega ©
23/11/21

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