Esta historia no ha terminado,
los ojos de ellos son como un despertador
que me interrumpen para repartir mi vida.
Parece que todo sigue igual, pero no es así,
yo sigo sacando las banderas blancas
con la posibilidad de hacerles saber
que no son tan diferentes los que
tiemblan juntos cuando sienten el mismo frío.
El más pequeño tiene más espadas
que armaduras, el mayor tiene más blanco que negro,
entre los dos llenan los huecos dejan mis silencios.