La realidad cayó, Asimov,
hizo plof,
no podía repelerla ni con Off,
la sorprendí en off-side, gritó gol,
yo, alma muerta, ni escrita por Gogol.
Inspiro, pero el aire no entra,
diafragma fragmentado, desvienta,
bloqueada la pleura, je pleur
no me lleno, palpito, Lucifer,
miro arriba, aletea una luz,
lucía la fantasía un tutú de tul.
Y se va…
Me voy más allá,
me voy de verdad,
mis pies se desprenden,
emprenden el viaje,
cansada de peajes
y de oxidar engranajes.
Comienzo a habitar un mundo irreal, ideal,
mi sueño diurno es deseo hecho realidad,
vida hecha a mi medida,
a mi media edad de oquedad.
Si me gusta presiono rewind,
si me aburro decreto el fin, cambio disco,
si la realidad me da un mordisco,
muerdo más fuerte y fast-forward,
hasta llegar a Hogwarts.
Luz, cámara y acción,
imaginarse la vida
de corte y confección,
tratar de bajar, pero no querer,
desear y desear a más no poder,
pasar de puntillas por el deber,
como un robot con lo que hay que hacer,
“querer es poder”, “mi deber es hacer”
“¿ser o no ser?”, “son las cosas del querer”.
La realidad me echa,
mi sueño diurno hace mella…
Soy Ícaro que escapa de Creta,
derretidas mis alas, damisela,
de mi sala salgo y caigo,
al mar borrascoso de la realidad violenta.
