Levanto las manos
que siento pesadas,
el rojo de todo
lo que puedo ver,
la cabeza sin mover,
escucho
a lo lejos
el levantar de algunos pájaros
que se marchan
tras el zumbido del trueno
de la muerte
y de las gotas de fuego
que anuncian la tormenta
Al otro lado
un abuelo,
veterano de mil guerras,
lo observa todo
sentado,
escampa
y parece suspirar
o agonizar,
pero se mantiene vivo;
mientras tanto,
pasa la muerte
con sus ejércitos.
Y el viejo,
tras el paso del jinete y sus demonios,
parece renacer,
lo soporta todo
Durante las danzas
virulentas
de la muerte
se presentan,
un niño
entre nosotros
que parece morir,
un viejo
que renace
e invita a vivir