El verdadero Edén

Hielo de sangre, cristales de veneno.
Espinas entrelazadas, en las venas,
heridas y rotas de alquitrán negro.

Ojos palpitantes, y ahogamiento.
Un océano de ácido y pulcros cimientos,
el calcio de huesos humanos.

Órganos petrificados en fuego etéreo.
Enterrados en miasma y fango,
doblegados por el calor ubérrimo.

Un planeta desolado, inundado por el horror.
En la lejanía, el hielo negro corta y envenena,
a las pocas criaturas vivas.

El aire tóxico y las hiervas marchitas.
Los árboles de piedra volcánica endurecida,
por la bilis humana.

En la póstuma salvedad del escenario,
se postra un corazón gigante,
que palpita y tiembla,
en el calor del Edén.

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