El tren del olvido

I
Sobre las vías abandonadas de un tren que pasó al olvido,
Alice le sonríe a Daniel y él la mira con un suspiro.

Daniel: –¡Oh, tus pómulos rosados, pétalos suaves y delicados!
¡Y tu sonrisa tan reluciente, luna en cuarto creciente!

Como leyéndolo en un libro, ella entendió su mirada,
como de una inocente pluma que al soplar el viento volaba.

Pero Alice, consigo misma meditaba:
–¿Cederé ante esta historia el día de hoy?
¿Debo también yo dejarme llevar?
¿Deseo realmente una historia de amor?

II
A los costados del sendero, las cañas doran la gris tarde,
y alzando la expectante mirada, un bosque de eucaliptos yace.

Daniel: –¡Oh, si me amaras como te amo yo! ¡Como amas cada rincón de este pueblo!
Levanta tu fugitiva vista de arroyo, y respira el amable aire que surca el cielo.

III
Alice: –El sendero de las vías muertas nos ha traído hacia el bosque, pero no deseo entrar por ahora,
¿si nos perdiéramos y llegara la noche? Mejor es que contemplemos el bosque desde afuera,
y que sigamos andando por estas vías muertas, pues explorar rutas nuevas, hoy no quisiera.

IV
Sobre las vías abandonadas de un tren que pasó al olvido,
Alice le sonríe a Daniel y el la mira con otro suspiro.

Daniel: –¡Oh, pero que día oscuro, y que noche tan radiante…! ¡Que alma sin moraleja!
Dura es tu pared e indescifrable, pues no me quieres, ¡pero de mí no te alejas!

V
Sobre las vías abandonadas, el antiguo tren a venido para llevar consigo su última carga:
el amor de Daniel, ha muerto en el olvido.

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