Nada ha cambiado:
la injusticia prosigue
su lenta cristalización;
en una hornacina se exhibe,
y, en policromado retablo,
el ayer todavía vive
en los desmenuzados huesos,
en las cuencas vacías,
en las voces ausentes.
El estertor del moribundo,
el ocre hedor que nos persigue,
con su azul podredumbre,
con su pátina, tiñe
las torvas efigies de la obra.
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Tremendo y magnífico poema nos traes!
El hedor de las cloacas que asoma…
Un saludo, José Antonio.
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Muchas gracias. Es triste y amarga nuestra historia. Saludos.
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Hay belleza en medio de tus versos tan tristes. Un gusto leerte. Saludos cordiales.
Muchas gracias por tus amables palabras. Un saludo.
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El fondo es el mismo, cambia la fachada con luces falsas e impredecibles…el desenlace está programado, pero esa mente de un sistema oxidado no prevee lo sobrenatural!
Gracias por brindarnos su valioso mensaje, @Pradoalto!
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Gracias por tus palabras. Saludos.
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Gracias a ti por atesorar el mensaje y tener esperanza. Saludos.
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Es bonito volver y seguirlo leyendo.
Lo he disfrutado mucho
Muchas gracias por tu comentario. Me alegra que te guste. Saludos.