Siento
el parpadeo de la luz,
saciando la sed de mis adentros,
te instalas en el recoveco
más inolvidable
de mi alma.
Acepto la otra dimensión,
donde conozco tu átomo,
en los instantes del cosmos
de las palabras que construyo,
con el aire sólido
que te imagina.
Tan dócil es mi sentir
que puedo tocarte
con la lluvia azul,
que se desintegra
cuando suena tu verso.
Siento
el parpadeo de la luz,
en modo eclipse,
anidando en este estallar
de horizonte cerrado,
abordo el abstracto
de un para siempre,
mientras me invade la espera.