¡Quiero dejar de pensar!
Ser árbol, mar, fuego, aire.
Ser instinto, ente sensible, las cosas mismas.
Pero el razonamiento persigue como perro rabioso
virus, cáncer cerebral.
Sacudo la cabeza
corro hasta el calambre
fornico hasta el váguido
bailo hasta el desmayo.
Pero allí está el pensamiento
asediando como lobo.
Apenas se mueve una neurona,
gruñe, pela los colmillos
muerde ideas yugulares a la existencia
vacía la sangre al sentido común.
La locura envolvente es camisa de fuerza de la cordura.
La crítica, el análisis, la razón
flagelan al arrodillado lirismo.
¡Solo besar y amar!
Sin juicios ni prejuicios.
¡Besar y amar hasta la saciedad
hasta la inconsciencia de tu olvido
hasta que no duela tu abandono!
Ese final es el broche de oro para un gran poema.
Coincido, Jesús. Ojalá tuviésemos un interruptor para accionarlo de vez en cuando y dejar de pensar.
Todo sería más fácil…
Me gusta muchísimo el poema
En efecto, a veces nos hace falta resetearnos, limpiarnos hasta de pensar un rato. Sobre todo de aquellos pensamientos circulares, nocivos, que envenenan.
Quizá haya otra forma de pensar, como lo hacen los animales y vegetales, como lo hace la tierra misma. Pensar sintiendo. Lo que sí es cierto es que se logran más avances de la humanidad por inspiración que por razonamiento metódico, el cual es todavía muy precario, a pesar de todo.