El obrero ha embotado su sentir
acatando a los poderes financieros
y en la obediencia hunde su existir
el obrero.
Obedece trabajando y consumiendo,
obedece en la salud y si padece
y sin saber ni qué es lo que está haciendo
obedece.
Explotado vive en cuerpo, alma y mente
llegando su alienación hasta tal grado
que el pobre ni se sabe ni se siente
explotado.
Consumida su más prístina potencia
en el necio sufrimiento que es su vida…
¡Qué triste y lamentable existencia
consumida!
Le extirparon de tal forma el albedrío
que hasta del más nimio gesto se adueñaron;
sus dones naturales y su brío
le extirparon.
¿Qué será de tan tremendo desatino?
¿A esta masa esclava el tiempo qué traerá?
Y de la especie humana y su destino
¿qué será?
Rebelarse ha de ser la única reacción
legítima y consecuente: liberarse
de tan ignominiosa alienación,
rebelarse;
ya que es guerra abiertamente declarada
la paz que estrangula al hombre y a la tierra,
porque la paz ni oprime ni degrada
ya que es guerra.