El más importante de mi niñez
Hoy he mirado al cielo infinito de un azul profundo, de imágenes fantasmales creadas por mi imaginación que me llevan a pensar en ti.
He recordado lo feliz que fui contigo y en como lograste generar en mi un estilo ganador,
perfeccionista, sin fallas ni derrotas.
Íbamos y veníamos quien sabe a dónde, caminábamos sobre las nubes elegantes cuyas formas celestiales podíamos abrazar juntos, sus vericuetos y torbellinos eran infinitos, no tenían fin y parece que quedábamos inmóviles en un momento culmine y épico, que da paso a al nacimiento de nuestra realidad que nos controla por triste que sea.
Nuestra lealtad y química eran nuestros neurotransmisores de tu genética ancestral, quien sabe de qué orquesta de amor habrá venido a molestarnos.
Tú me hiciste vivir la esperanza de un mañana mejor y en un horizonte sin fin, caíamos y caíamos en actividades lúdicas y conversaciones que están registradas en el viento del sur que nos azotaba cada cierto tiempo, la sinergia y la conexión era pasajera pero carismática.
La soledad cada cierto tiempo es mi compañera, pero no logro despegarme de tu figura atractiva, cautivadora e influyente en las personas que te rodeábamos, la que se ha marchitado y se ha hecho tenue por tu longevidad, y quien sabe, por otras cosas que no puedo ya decirte y que quisiera haber olvidado.
Ya no hay nada de ti en que pueda aferrarme y sólo mi memoria tiene el desenlace del momento culmine del olvido.
A ti Padre mío para cuando volvamos a volar juntos, en un viaje sobre nubes mojadas por nuestras lágrimas de amor y tus alas de esplendor, que me llevarán al éxtasis del encuentro, con emociones y estímulos que harán brotar el momento nuevamente.
Santiago 20 de febrero 2023