En la fiesta a la bella
nietita, de mi esposa
a mí nadie me acosa
por abrir la botella
del añejo cubano
y felicitarla a ella,
con la copa en la mano.
Me paso en el bizcocho
que a mis kilos deleita,
las arterias aceita
y arruína al cuerpo pocho
que en la noche madura
ya pasadas las ocho,
desvela por la hartura.