El alcalde

Las calles pisoteadas
por el peso de las ruedas
se abren para mostrar
la desidia de los gobernantes
que se disfrazan de hombres
para hacernos creer que lo son,
mientras en cada hueco
van quedando los ayes,
de conductores y usuarios,
que intrépidos se lanzan
a la aventura de la circulación
sobre el asfalto.
Calles de la ciudad,
calles de olvido,
calles que tal vez firmaron,
por eso están desnudas,
por eso se mueren,
mientras pasa el Alcalde
con su traje de hombre
que le queda grande.

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