Égloga en dos actos ( A la muerte de Federico)

(Primer acto)

Y era un puro cantar

de romances heridos.

Fina plata y cristal.

Y eran sus ojos negros

azabaches de un río

donde duermen los juncos.

Y era su frente clara

agua de limonero

y brisa de azahar.

Y era su boca un nardo,

y cárcava de risas

y voz de ruiseñores.

Y era una flor de espuela

sobre un caballo negro.

Y era un gitano blanco.

Y su alma una candela

encendida y ardiente.

como un rojo clavel.

¡Niña!, No puedo decir

como ese junco fuera.

Sólo te lo digo a ti.

(Segundo acto)

¡Silencio, más silencio!

Ya llegan las navajas

con sus besos de sangre.

Y sólo queda el brillo

de aquel cuarto creciente

bajo el triste olivar.

Sus versos son las gotas

de lutos silenciosos

y voces apagadas.

Y Granada gemía

como un pájaro herido

con las alas cortadas.

¡Madre! ¿Dónde estás madre?

Vomitan las pistolas

su silencio de muerte.

Y se hizo en la cuneta

un cementerio vil

donde duermen sus restos.

¡Silencio y más silencio!

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Un gran homenaje a Federico, como se merece, con gran poesía. Un cordial saludo.

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@joseantonioborrego muchas gracias, un saludo