Por tanta apreciación de los talentos
al hombre se le educa impunemente,
estructurando sin pudor su mente
con muy determinados fundamentos.
Pues hay que rechazar los sentimientos
que le puedan llevar por la tangente,
si lejos del magín del dirigente
bien pudiera torcer sus movimientos.
Tan sólo hombres de paja ellos aprecian
que sin reproches sigan sus andanzas
alejando de sí las desventuras,
donde ser los artistas ya se precian
rodeados de vítores y danzas
y desde luego muchos caraduras.