Ni el alma hace al mar,
ni el amar la ahoga.
La vida misma nos cambia,
y la consciencia se derrama.
La sonrisa se dibuja
dubitativa, asustada.
Cautiva de deseo,
cautivada por el invierno.
El frío nos sacude,
y el mundo se vuelve cada vez más ligero.
Ahora las memorias son recitales,
más aún las que aún podemos crear.
Las canciones se han vuelto espuma
y arrasan con la intrínseca hesitación.
Aquella dulce motivación,
aquella cautiva por amor.