Dos árboles
en el mundo
de la eterna soledad arbitraria,
habitan dos palomas:
una libre, esta vuela deliberadamente
entre las cumbres,
rodeando a los tristes Alpes,
su dolor es notorio,
los gritos le sobresalen
de sus ojos moribundos
y a través
de su hedor paralizante
busca espantar de su vista
a cualquier alma perdida
para apoderarse
de su soledad inquebrantable;
la otra está atrapada
entre barrotes de hierro
que lloran inagotables
por su dolor intangible,
la jaula es tan pequeña
que las pobres alas de su dueño
sobresalen tan fastidiadas
y gritando por su sed;
la paloma encadenada
no puede observar;
sus alas de papel
quisieran volar indiferentes
no quieren dirigirse
a un lugar o rumbo fijo,
solo anhelan escapar
de su jaula de lamentos,
quieren cruzar
vehementemente
y salir de su mundo
invadido
por su soledad irremediable.
¡Él quiere escapar!
pero ni escarbando con su pico
podrá zafarse de su jaula de dolor.
¡Ay, soledad,
cómo te apropias de todo!
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