Como la alarma a la seis de la mañana
un poema que no duerme, un beso que se ausenta,
un deseo que se pretende
cuando la esperanza falta.
Tú sabes cuánto cuesta el paraíso…
por eso vendes el infierno.
Como la primera vez después de una segunda oportunidad,
como Sabina tras las bambalinas,
como el whatsapp sin contactos.
El adiós que no se perdona.
El perdón que no se merece.
Tú sabes lo que me duele y aún así, me sigues amando.
Gracias por rasurarme la conciencia.
Gracias por desordenar lo imposible,
por hacerte posible ante lo incierto.
Por ese orgasmo compartido y no fingido.
Por las mentiras que nunca nos dijimos.
Por el cómo, el cuándo y el dónde…la vida nos ponga a vivir.
Por estar en la misma página, de un mismo libro.
“Gracias por rasurarme la conciencia.
Gracias por desordenar lo imposible,
por hacerte posible ante lo incierto.
Por ese orgasmo compartido y no fingido.
Por las mentiras que nunca nos dijimos.
Por el cómo, el cuándo y el dónde…la vida nos ponga a vivir.
Por estar en la misma página, de un mismo libro.”