¡Ni siquiera la muerte persevera!
¿Refugiarse entonces,
en la soledad de la noche?
¿Ver cómo se derrumban los días
mientras escribo una palabra
que luego, no significa nada?
Sin intención distinta repetir una frase
evitando que se estrelle contra el aire.
Siempre la noche inocula su veneno
y nos deja despiertos, perdidos,
vacilantes, como hipnotizados.
¡Ni siquiera la alondra
volverá por sus alas!
¿Dejar que estallen en el cielo
algunas profecías,
mirando cómo una gaviota gris
alza sus alas sin quejarse del frío
y permanece volando imperturbable?
De todo lo que digo,
tú no tienes la culpa.
Es que divago y me pierdo
junto con la esperanza,
mientras sigues buscando
el polen en las flores
y añorando
la tarde.