Disposición II

Regresé, y no espero
que corras a mis brazos como ayer,
comprendiendo que ayer
fue el invierno pasado.

No te pido que me mires como antes lo hacías,
como cuando sabías que te haría daño
pero era más fuerte el deseo
que la definición del verbo lastimar.

Que lo tomé todo, que te viví a plenitud,
que tus manos me sostuvieron,
pero yo nunca me detuve a esperarte,
a darte mi cuerpo, mi plenitud.

Entiende que no te escucharía,
no te correspondería,
no te prometería
que lo nuestro sería nuestro.

Que cuando tomé mi camino
en cuyo letrero no estaba tu nombre,
tú decidiste desmoronarte,
tomarte y abrirte,
decidiste mostrarte a plenitud.

¿Qué esperabas que hiciera?
anhelabas que tomara
lo que pensabas era de nosotros,
y te dijera que “juntos” sería por siempre.

Palabras que fuera de mí
sonaron a navajas
cortando los hilos
que se anudaban
alrededor de mi garganta.

Te veo,
con tu postura retadora,
que por fuera tienes disposición a destruirme,
pero, por dentro, exiges un “lo siento”
que al ser pronunciado,
nos lleve al beso con rencor ardiente
que me desarme y pueda al fin
prometerte un mañana.

3 Me gusta