Hoy escribo
desde el fondo de mi ser,
del principio de mi ayer,
de las entrañas mismas
que guardo en mi castillo
de cristal
…
de cuando sólo era un niño
y comenzaba a conocer,
el camino que tocaba recorrer
Me absorbieron de los muros
las leyendas,
tanto grito
enmudecido en la pared
y en el barro de los juegos
mis lamentos,
por canicas
que me dolía perder
Fui portero, mediocentro
y hasta a veces delantero,
incapaz de jugar bien con el balón,
y las piedras,
limitando porterías,
se quedaron con mis dientes
…tributo del inconsciente…
Convertía las cunetas
en pantanos de mis sueños
y a los árboles del monte
me trepaba con pasión,
las caídas,
los rasguños
y los llantos del dolor,
lo acompañaba mi madre,
con una sabia lección
Era feliz…
disfrutaba de la vida,
y los golpes,
eran simples moratones
de mis locas aventuras,
de mis grandes travesuras.
Fui aprendiendo a caminar por las aceras,
eran blancas y aunque rotas
eran bellas,
con el tiempo
se llenaron de dolor…
de botas negras,
…
fui creciendo entre tumultos
y trincheras
Y los dientes de leche
se perdieron sin más
y las leyendas vivas
de los muros del barrio
se hicieron realidad
…
se sellaron mil cunetas
con los cuerpos de mi edad
Desaprendí el amor
y la ilusión,
la dentadura firme
y el odio en las pupilas,
ya dejé de aprender
y me sume al hacer,
en contra del poder
que robo mi niñez
Dientes de leche...
inocencia y libertad