Y de veras, jodido.
Y cuando te echan limón en las heridas.
Y luego, sal fina.
Y te dicen, los que todo lo dicen, que no digas nada, sino es para callar.
Y la cerveza está caliente.
Y los bares apestan a Champions League.
Y se te moja el ante de la chupa, porque es verano y han regado las flores del balcón.
Y el coche, otra vez sin gasofa.
Y un aprendiz de Coello comenta en la radio que hay que sacarle partido a las broncas del jefe.
Y la chica más guapa del barrio cabalga en otros muslos y empaña su pasión otros cristales.
Y llegas a casa.
Y te derrumbas en el sofá.
Y enciendes, por costumbre, la tele.
Y es ahora Navidad.
Y James Steward es feliz, dichoso por el amor de tanta gente.
Y enciendes un cigarrillo.
Y le metes una honda calada.
Y dejas caer hacia atrás la cabeza.
Y esbozas una mínima sonrisa.
Y piensas, que es una auténtica putada, que los días, no tengan siempre esos finales.
Y si te digo que te creo…
Y si te digo que tienes toda la razón del mundo…
Y si te digo que sí que es una putada que todo no termine así…
Y si te digo que en cada poema me sorprendo…
Pues si compañero, hoy te has salido de la línea del horizonte.
¡Bravo!
Bravo, Bravo y Bravo Carlos
Y si al final de todos los finales
con las heridas abiertas y con la piel en cardenales
y miramos por la ventana y vemos que no todo está perdido
Y entendemos que la suerte no es que nos quieran sino que hallamos existido. .
Amigo mío, maravilloso tu escrito! Un abrazo
¡Grande Frank Capra! Dicho esto, hay días en los que levantarse de la cama supone un desafío a nuestro apego vital. Afortunadamente, existen las bellas mentiras necesarias como el cine o la poesía. Muy buen poema, Carlos. Fan número 1 tuyo.
Así es David.
Como decía Carlos Marzal, en su poema Invocación:
“Que las luces se apaguen, y en la noche del cine
una breve mentira nos convierta en más vivos”
Gracias otra vez amigo.
“Y un aprendiz de Coello comenta en la radio que hay que sacarle partido a las broncas del jefe.
Y la chica más guapa del barrio cabalga en otros muslos y empaña su pasión otros cristales.
Y llegas a casa.
Y te derrumbas en el sofá.
Y enciendes, por costumbre, la tele.”