Despierta, Princesa
de tu edén y fantasía,
que en tu fortaleza han irrumpido
despiadados mercenarios.
Resguarda tus arcas,
y reserva tu sonrisa,
que para tu bondad infinita
hay miles de adversarios.
Aún así abriste las puertas
y con ellas tu alma crédula,
frente a tantas advertencias
te reíste con descaro.
Diste cordial la bienvenida
y bajaste así la guardia,
tan solo unos minutos
y todo se había consumado.
Descansa ya, Princesa
que has tenido un día largo,
has de enjugar tus lágrimas
y mantener la frente en alto.
No pierdas la esperanza
ni abandones la cordura,
así se pierden las gentes
ante la vida cruel e injusta.
Protege ahora al corazón
y gobierna con cautela,
que no vives un mundo de ensueño,
pero sí uno que vale la pena.