Estalla la aurora en un sinfín de partículas que caen sobre la arboleda cual rocío matinal. Y el sol insolente, a gritos de luz les dice a los árboles: ¡Despierten!
Y los ojos de las hojas en la espesura, se abren ante el alborozo. Sus ramas se desperezan y los labios en las flores se unen a los picos de las aves y al murmullo del arroyo. Retumba la algarabía en jubilosa comunión de la natura. Y entre voces, trinos y susurros, elevan una plegaria que viaja hasta los confines del universo infinito, dando gracias por la hermosura del nuevo día.
Despierta
el
quieto bosque.
Cuán
bella armonía
en el alba primaveral.
Viento vernal,
y juegan dos ardillas,
cuánto retozo.
Cada vez, me sorprendes…en cada una de estas combinaciones tan hermosas!
Magnífico y precioso el haibun, pero las otras dos no se quedan atrás!!
Abrazos.
Te lo agradezco Mary querida. Gracias por venir y apreciar así.