En tu mirada despiertan los sueños.
Tu sonrisa ante la que se desvanecen las palabras más rotundas.
Al sentir el aire en que no estas,
todas las manos deliran en papel
Tu pecho; poemas de otros,
refugio del dolor donde duerme mi dolor.
Tu vientre, sin Él, la luz del atardecer no rompería la belleza.
Tu pelvis o huir;
escapar sin mover los pies.
En tus piernas surge mi autodestrucción,
se hace real la amenaza de perderte.
Sueño con los pasos lejanos de tus pies confusos.
El egoísmo de la ansiedad desencadena el veneno del escorpión.
Las heridas gangrenosas que causa la ofensa.
Quedarán sólo los gritos que dejarán nuestro silencio.
*Fotografía de Nan Goldín.