deséame suerte
para comprender
que no soy estaciones
y el otoño no me hace digna,
cuando miro
a través del espejo
y aparto la mirada
ante el invierno
del vaho en el cristal.
deséame suerte
para ser leyenda
y vagar en soledad
en sentido contrario
a las agujas del reloj
y de todas las lágrimas
que forman ríos
calle abajo,
por todos los soles
que vi caer y usé
en mi contra
al no gastarlos
como debía.
deséame suerte
para ser de todos
menos de mí
y contar la verdad
ante los ojos
de una hipocresía
que se ha convertido
en pasatiempo.
deséame suerte
para comprar amor,
deséame suerte
para poner en venta
todos los pensamientos
que me queden pequeños
o no favorezcan
la silueta de mi pensamiento
irracional,
deséame suerte
para poner en cuarentena
el temor
de algo que no puedo explicarte
y no escuchar quejas
de la inseguridad
que trabaja en huelgas
y festivos,
deséame suerte
por todas las veces
que lo he pedido y he perdido
y todos los nombres
que no me atreví a pronunciar.
deséame suerte
para sentirme completa
sin evocar a la poesía muerta
o al movimiento alternativo
que supone creer
que nunca sentiré nada,
este no es mi sitio;
deséame suerte,
traigo un amor
más grande
que el universo
y nunca es suficiente.