Desafíos

Elegimos el terreno de juego

una plazoleta o una calle desierta

fijamos las porterías invisibles

y acordamos las reglas del encuentro.

A pares o nones elegimos

las alineaciones para el desafío

de aquella Ilíada de barrio

en sábados enteros o domingos sin pausa.

Luego enfrascados en regates

y en faltas no pitadas,

goles en fuera de juego

y discusiones infinitas

sobre una zancadilla o una patada,

un balonazo mal dado

de excéntrica fuerza

y puntería extraviada,

la pelota en suspenso se quedaba

sobre el tejado colgada

dando el partido por terminado.

Ocurre tantas veces en la vida

que nuestras ilusiones quedan también colgadas

y mirando de lejos esperamos que vuelvan

para seguir jugando hasta que acabe

este partido improrrogable.

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Original manera para hablarnos de la enorme relación que existe entre el juego y la vida, donde tiene la misma importancia que quede la esperanza de ganar o, al menos, la motivación de seguir en pie hasta que el partido (nos) acabe. Saludos.

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Gracias Virginia por tu comentario y tu certero análisis del poema. Agradecido también por el regalo de tu tiempo. Un saludo cordial.

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Mil gracias. Saludos.

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qué buenos versos Francisco
felicidades !

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Mi agradecimiento por tus palabras y mi dicha porque te hayan gustado estos versos. Un saludo cordial.

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