Viejo dragón del oriente,
ese insondable portento
falto en cara,
jubilo gesta en la mente:
ruega que ponga en mi aliento
forma clara.
En tiniebla Inteligible,
necesariamente, hay
que afirmarse…
pero ahora ya ilegible,
¿no se tiene ningún par
para casarse?
Imposible es el objeto,
y por tanto no tenemos
finitud;
mucho menos hay sujeto:
aquí sólo conocemos
plenitud.
Quizás Dios lo habré llamado…
oh dragón, cuan impotentes
son los nombres:
mi cantar siempre es pesado,
de mis versos decadentes
no te asombres:
Se sintió desconocido…
a buscar cristal en agua
fue corriendo,
y el reflejo, ah, bandido,
cobra vida, mas no fragua
dividendo.
Dios primero, y el espejo
de las aguas es segundo;
y el cocuyo
−que también viene al parejo−,
en origen es del mundo
de lo suyo.
Se consagra el casamiento:
cristalina el agua fuente,
es gloriosa
si el cocuyo del aliento
−que la rapta de repente−,
le hace esposa.
Y comienza la oración:
el divino cuaternario
va a cantar
la historia de creación
que en el triángulo del Cairo
se hizo amar:
De los tres, toma al primero…
cuatro brazos su reflejo:
de su esencia,
es el hijo verdadero;
así dicta el buen consejo
de la ciencia.
Se despliega en horizonte…
y es fecundo: no hay ninguno
como el Grial;
su consorte cual afronte
viene erguido como el uno
primordial.
Cuaternario da el cimiento,
y el ternario luego aporta
con su altura;
se refleja el casamiento,
y es el cinco quien comporta
la clausura.
Pitagórica la terna,
es el puente en que copula
cielo y tierra:
la visión que siendo eterna,
en el velo disimula
santa guerra.
Y al sumar del cuatro atrás,
en un salto no es ausente
fiel denario;
y ahora hagamos algo más:
del denario, sea exponente
cuaternario…
¿Ya observaste el resultado?,
he encontrado que por seres
hay diez mil.
y así dicta del pasado,
viejo sabio de poderes
tan sutil.
Y es que el árbol de la vida
fue clavado en cuatro uniones
sin engaño;
es el cuatro esposa ungida;
y un cuarteto de estaciones
tiene el año.
Del cuadrado ya di un teatro,
y ya es justo que ahora pause
ponga al canto,
pues son cuatro veces cuatro
las estrofas que compuse
con espanto.
Basado en El Tao te king, el libro del Génesis y la tradición católica.